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El montaje de obras de teatro basadas en traducciones

Quiero compartir la experiencia que hemos tenido, Hugo Arrevillaga Serrano (director), un grupo de actors, actrices y creadores mexicanos y yo (traductor), en la producción de obras de teatro para público joven en México basadas en la traducción de textos del francés al español. Bajo el cobijo de nuestra primera compañía, Tapioca inn, hicimos Pacamambo (2007-2009) escrita por Wajdi Mouawad (Quebec) y Désordre Público (Desorden púbico, 2009-2010) por Evelyne de la Chenelière (Quebec). Y ahora, desde el 2011, con el apoyo de un nuevo grupo de actores, Assoiffés (Sedientos, 2011-2012) escrita por Wajdi Mouawad (Quebec), S’embrassent (Abrasados, 2013-2015) por Luc Tartar (Francia) y Léon le nul (León el Bueno para  nada, 2016-2017) por Francis Monty (Quebec). Estas obras, en algunos casos coproducidas por instituciones públicas y programas de teatro como Teatro Escolar del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y Teatro La Capilla apoyado por el Fondo Nacional de la Cultura y las Artes (FONCA), se han presentado durante varias temporadas en diferentes teatros de la Ciudad de México y en festivals en todo el país. La longevidad de estos montajes y su “feliz matrimonio” con sus audiencias (niños y jóvenes a partir de los 8 años) se ha dado, en mi opinion, por tres razones principales: 1) autores con una poética personal, que cuentan historias que dejan a un lado juicios morales tanto en sus personajes como en sus acciones y que en lugar de eso, abordan temas prohibidos o que rara vez se han presentado en el teatro para públicos jóvenes en México como el sexo y la sexualidad (S’embrasent), la muerte (Pacamambo), el suicidio y la búsqueda de la belleza (Assoiffés) y la desmitificación de la familia como un lugar donde solo existe paz y amor (León el Bueno para nara), 2) una buena adaptación de esas historias por el director y los actores y actrices, que no significa simplificar las historias sino encontar su propio ritmo, humor y tono  en el lenguaje al que han sida traducidas, y 3) y programadores (como Boris Schoemann, traductor teatral y director artístico del teatro La Capilla, Mónica Juárez que fue durante muchos años responsible de Teatro Escolar – INBA- y Marisa Giménez Cacho, quién estuvo a cargo de Teatro para Niños y Jóvenes – INBA-) que no tienen miedo de tomar riesgos con textos “extranjeros” y tienen fe que estos puedan decirle algo a sus audiencias mexicanas. Ésta ha sido la clave para que nosotros no sólo busquemos y traduzcamos textos “extranjeros” sino que podamos producirlos y presentarlos a los públicos mexicanas: textos poderosos, creadores sensibles y directores de instituciones públicas inteligentes y valientes.

Desafortunadamente, éste no ha sido el caso en los últimos tres o cuatro años en México. Los cortes a la cultura y específicamente al teatro han sido enormes. Y ahora la creación en general, y en especial para jóvenes audiencias, está en peligro. El número de obras para públicos jóvenes producido o coproducido por instituciones públicas ha disminuido drásticamente. Tanto, que hemos teniendo, nosotros, los creadores, poner de nuestro dinero para producir las obras. Para después si tenemos la fortuna de ser programados, aceptar a cambio un porcentaje (que va del 60% al 70%) de la taquilla. El cuál es ridículo tomando en cuenta que el precio del boleto para un espectáculo de este tipo es solo de $2 a $5 dólares americanos así como una diffusion organizada por la misma institución insuficiente. De esta manera termina siendo imposible pagar un salario decente al equipo de 6 a 7 creadores que participaron en la creación del espectáculo.

El futuro de la creación para jóvenes audiencias parece oscuro en México. Realmente necesitamos una revalorización de nuestro trabajo empezando con la ayuda y la guía de la gente encargada de las instituciones públicas, quienes deben convencer a los estados y al gobierno federal de dar los recursos económicos suficientes para volver a producir espectáculos que permitan a las compañías seguir haciendo su trabajo y continúen participando en el desarrollo de nuestro teatro para públicos jóvenes.

Por Humberto Pérez Mortera