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A principios de esta semana, estaba sentado con un grupo de jóvenes creadores teatrales de siete países que se encontraban en Lahore (Pakistán) para el programa Next Generation. Me recordó a mis días en la universidad, hace unos 20 años, cuando empecé a hacer teatro con un grupo de voluntarios. Lo mejor era crear el teatro, por supuesto, pero también conocer a estudiantes que nos visitaban para unirse al grupo y a un público que se quedaba después de la función para vernos. En sólo unas semanas, conocí a más gente que en los dos años anteriores de universidad.

Me encantó y me di cuenta de que el mero hecho de conocer a la gente, la comunidad y el mundo es una especie de extraño poder que te ayuda a entender y producir también como creador teatral.

Una anécdota que recuerdo y que compartí con los jóvenes creadores teatrales del programa Next Generation fue mi visita a Tailandia en 2004. Me invitaron a hablar en una conferencia de la ONU y ahorré para quedarme cuatro semanas más en el país. Antes de la visita, busqué a jóvenes creadores teatrales, expertos en TIJ, educadores artísticos, músicos y cineastas que trabajaran para niños y les escribí correos electrónicos. Pude establecer suficientes contactos como para viajar a varias ciudades del país y alojarme con varios artistas. Viví grandes aventuras, como viajar junto al río Mekong con un grupo de titiriteros, representando espectáculos de marionetas en varios pueblos.

Esta experiencia me abrió a un mundo de posibilidades en el uso del teatro y las artes escénicas para niños y jóvenes. Esta pequeña iniciativa que tomé para ahorrar e invertir en la creación de esta situación para mí añadió valor a mi capital cultural. Puedo beneficiarme de ello de diversas maneras continuamente.

Volviendo al círculo de jóvenes creadores teatrales del programa Next Generation, compartí con ellos lo esencial que es para ellos, como artistas y creadores teatrales, no sólo “ver” cosas, sino también establecer conexiones profundas con otros artistas que pueden llegar muy lejos. Si se hace bien en esta etapa de sus carreras, pueden seguir desarrollando su capital cultural durante muchos años.

La red de apoyo que somos capaces de construir a lo largo de un periodo de tiempo, en la comunidad, el país o a nivel mundial, se convierte en uno de los mayores recursos para el desarrollo personal y profesional. En estas relaciones se invierte una gran cantidad de confianza, que se traduce en colaboraciones, intercambio y exposición; tres ingredientes esenciales para el éxito de las prácticas artísticas y culturales en general, pero especialmente para el teatro para niños y jóvenes.

Recordemos que estar abiertos a ver más y saber más sobre otras personas y organizaciones puede abrir vías para mejorar el aprendizaje y las relaciones. Esto va de la mano con nuestras prácticas y carreras a medida que crecemos y nos desarrollamos como artistas.

Mi invitación es a aprovechar oportunidades y establecer relaciones, lo que crea un capital cultural colectivo del que todos podemos beneficiarnos.  Uno de los objetivos clave de ASSITEJ Internacional es precisamente ese.